Este año me había propuesto hacer alguna prueba de cross del
calendario de la
Comunidad Valenciana. Y será por nuestro pasado de
mountainbikers y eso de que “la cabra tira pa’l monte”, al final acabé liando a
mi hermano, apuntándonos al II Triatlón Cross de Santa Pola. Un triatlón con
natación en el mar, ciclismo de montaña facilón y carrera plana y rápida; eso
decían…
Además de ser cerca de casa, es de los pocos Triatlones
Cross que hay en la
Comunitat, se nada en mar abierto, Santa Pola tiene buena
fama, o qué se yo, pero había muchísimas plazas y se cubrió el cupo de
triatletas de largo, por lo que tocaba triatlón con más de 1000 personas. La
organización ya previó las hipotéticas masificaciones con varias salidas, y desde
el día anterior se podía recoger el dorsal y dejar la bici en la transición.
El sábado por la tarde nos vamos mi estimado hermano y yo
para allá, con bicis más propias de una exposición retro que de una
competición. La recogida del dorsal fluida y bien organizada, nos marcaron con
sellos (mejor que con un rotring y garabatos), camiseta de regalo y de ahí
directos a la zona de transición. En boxes nos revisaron la bici, y resolvieron
una duda que tenía: “Los acoples en MTB
siguen la misma normativa que en carretera con drafting: cortitos para que no
superen la línea de las manetas de freno o van fuera”. A gente con acoples
curvados se los hicieron quitar…
No es del sábado, pero así dejé a mi niña para su debut en competición
De vuelta a casa, alguna foto chorra y a cenar “suavecito”:
pizza y pasta a tope, en nuestra pasta party particular, además de hidratarse
bien y dormir bastante. También tocó montar la mochila con todos los bártulos
para que no se olvide nada. Y extrañamente, con los nervios muy templados.
Llega el día C, toca el despertador muy pronto, desayuno
copioso, revisión (de nuevo) de todo el material, y cuando quiero darme cuenta
ya estamos en Santa Pola, dirigiéndonos a la transición. Nos “colamos” a toda
la fila de bicis (ventajas de dejar el día anterior a la compañera), monto la
transición dentro de la cestita, compruebo la presión de las ruedas (muy alta
para rodar bien, atentos a este dato), veo que cambia correctamente, y allá que
nos dirigimos a la cámara de salida.
La salida: la gente corre mucho
Ya en la cámara de salida, los nervios de rigor, aunque me
voy posicionando en segunda - tercera fila. Cuando dan la salida me adelanta
bastante gente, pero a la hora de ponerse a nadar esquivo a unos cuantos y
aparezco bastante delante. Nado bien, alargando la brazada y bastante cómodo,
pero noto como me está adelantando mucha gente, “demasiada” para mis
previsiones. Aún así, sigo nadando a mi ritmo, en posición bastante limpia y
con pocos toques, y acabo saliendo bastante descansado: mala señal porque
significaba que había nadado muy reservón en el que se supone que es mi sector
más fuerte.
Antes de entrar a la T1, ya iba con mala cara.
La T1
hacía una U muy cerrada y larga; en la primera recta larguísima me adelantan
como 40 personas (¡sin exagerar!), y eso que yo tambíen iba corriendo. Giro,
sigo corriendo (y perdiendo puestos) y llego a mi bici: tiro gafas y gorro /
pongo gafas – casco / trago de isotónico / zapatillas de 3 velcros y a correr.
Y ahora llega un momento extraño: monto en la bici, empiezo
a acelerar para intentar adelantar gente, y de repente noto como viene otro
competidor adelantando, que se cierra por mi derecha, nos gritamos (“cuidado”) y nos enganchamos con el manillar. Al notar el
enganchón doy un quiebro y de milagro salvo la caida, aunque él sí que va al
suelo. Freno y me paro unos 50
metros más allá, me giro para ver si está bien,
haciéndole gestos para ver cómo está. Después de algo que me parece un gesto
bastante feo con sus manos, y de perder más de un minuto, retomo la marcha sin
saber muy bien si debería haber parado o no. Concentración y aplomo por la
borda….
Quitando este hecho, llevo una bici rígida con horquilla
rígida y ruedas a tope, y aún así me siguen adelantando ciclistas por ambos
lados (¡¡hasta grupos!!), y cuando la cuesta empieza hacia arriba ya es el
acabose. Y en pleno costarrón, pensando en cambiar al plato pequeño y renunciar
al poco ritmo (y al poco amor propio) que me quedaba, de repente empiezan a
animarme. Ni más ni menos que TriAna me había reconocido, y tanto ella como sus
acompañantes me dieron un pequeño empujón (a mí y a un tal Tristán que debería
ir detrás); por mi parte fue correspondido con una mueca de
sonrisa-dolor-nopuedorrrr propia de ir al 95% de pulsaciones.
De ahí pasamos ya a la tierra, y mi grandiosa idea de
hinchar las ruedas más de lo normal para rodar (que no había funcionado en
asfalto) se torna en funesta para el caminito sembrado de piedras. Voy
rebotando entre las piedras, no tengo demasiada adherencia y noto cada escalón
hasta en las muelas, por lo que tengo que estirar varias veces las muñecas y
los dedos, y además apartándome para que la gente siguiera pasándome… ¡¡como
obuses!! En la zona rodadora me defiendo ya un poco, y bajando controlo la
sangría. Sobre el km. 15 adelanto a un chico (dorsal “Zipi”) con un reventón,
que iba corriendo con la bici al lado y motivadísimo hacia la T2; le grito para darle ánimos y
empujarle un poco más hacia la meta, más que nada porque yo en su caso habría
desistido seguro.
T2: Apurando hasta el último milímetro encima de la bici.
Bajada rápida y poco técnica, costarrón de asfalto donde
marco velocidad máxima y a la T2.
Transición más o menos limpia, vuelve a hacérseme muy larga, y al salir a
correr mis peores presagios se cumplen: pese a lo triste del tiempo, me he
pasado de vueltas en la bici y tengo las piernas bonicas bonicas. Así que lo de
correr se lo dejamos a los profesionales, que yo voy a poner una pierna delante
de la otra de forma más o menos rítmica. Avituallamiento que me echo por
encima, y la segunda botella la medio bebo, con vistas al calor reinante.
Circuito de una vuelta, corriendo al lado del mar, y al menos a la vuelta con
poca sombra pero airecito refrescante. Me sigue adelantando gente, pero me
reconforta ver como muchos van casi tan mal como yo, y es que el circuito y el
calor hicieron mella en mucha gente.
Recta final, ahí ya iba dándolo todo.
Volvemos a la recta principal, donde ya está el arco de meta
con tribunas y todo. En la llegada a
meta hay bastante gente, por lo que intento acelerar un poquito para marcar un
total de 1:38 en mi primer triatlón cross, en el puesto 467 de 876 participantes masculinos. ¡Prueba superada!
Después de la meta, la zona de avituallamiento – descanso
con casi de todo: isotónico (1 por persona), agua, fruta, polos de diferentes
sabores, algo parecido a zumo de naranja, medallita y toalla, masajistas, etc.
Por desgracia, ni una sombra con la solana que caía, y ese detalle hace que no
tenga un 10 la organización; yo lo dejaría en un 9’5.
Así que en resumen, un triatlón cross muy bien organizado, con
mucha gente y muy divertido; una muy buena natación, un circuito no muy técnico
pero nada fácil si pretendes ir muy rápido, y una carrera plana pero muy dura
por el calor y la solana. Si puedo, volveré el año que viene a resarcirme, esta
vez entrenando algo más los sectores más flojos (que en realidad fueron los 3
sectores).